‘Campeona de España de maratón’
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Estela Navascués celebra su título en Anoeta | Cedida
Tras haber pasado unos días tratando de asimilar el éxito obtenido en la Maratón de San Sebastián y después de intentar que mis piernas me dejen empezar a bajar y subir escaleras con normalidad, me propongo escribir las sensaciones que tuve en carrera.
Fue uno de los días más felices de mi carrera deportiva, ya que gané el Campeonato de España y conseguí la mínima que exige la RFEA para acudir a los próximos campeonatos de Europa en Zurich el próximo mes de Agosto.
El día se presentó muy bueno, no había viento, hacía frío, pero, por lo menos, no llovía y el asfalto estaba seco. Mis piernas se levantaron con ganas de dar guerra, tenía buenas sensaciones y, aunque los nervios me hacían hasta dudar de cómo se presentarían esos 42 km., miraba a mi liebre, el gran Modesto Álvarez y sentía que él estaba tranquilo y presentía que íbamos a hacer buena carrera. Esa tranquilidad que me transmitía me ayudaba a venirme arriba y me animaba para salir lo más ganadora posible.
Los kilómetros pasaban y todo iba en los tiempos que habíamos marcado. Mis sensaciones eran buenas y sólo desde el kilómetro 35 mis piernas empezaban a ser afectadas por el cansancio, pero mi cabeza me decía que no había que pensar en ellas y que lo peor ya lo había hecho, que lo que quedaba no era prácticamente nada.
Ya llegando a las pistas de Anoeta y encaminando los últimos 100 metros ví que en el panel ponía 2h32…, por lo que saqué las pocas fuerzas que me quedaban y con mucho pundonor me encaminé hasta llegar a meta.
Un cúmulo de sensaciones, de alegría, cansancio, recompensa, rabia, etc., me pasaban por la cabeza mientras cruzaba la cinta de meta. Fue ahí cuando empecé a poder disfrutar de la gran carrera que había hecho, parando el crono en 2h32’38. Mejor, imposible.
Ahora toca descansar y relajarme. Aunque siga corriendo crosses y carreras, los entrenos ya no serán tan exigentes como hasta ahora, pensando ya en llegar bien a Agosto…