‘Mi pasaporte, mi tesoro’

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En esta nuestra sociedad suceden muchas cosas que muy pocos llegamos a entender. Igual es que somos cerrados de mente o cortos de entendimiento. Puede ser. En esta sociedad nuestra, y me ciño a la española, cada vez hay más personas que vienen de otros países para labrarse un futuro mejor, para proporcionar una vida lo más digna posible a su familia.
El deporte es una buena vía, sobre todo para ciertos deportistas procedentes del continente africano. Todos los que estamos cerca del mundo del atletismo conocemos a alguien llegado de esas tierras hace años y que, tras iniciar los trámites pertinenentes, aún siguen a la espera…Otros, por arte de birlibirloque (o váyase usted a saber por qué arte), tienen la fortuna de entrar en el cupo de ser nacionalizados por carta de naturaleza.
En nuestro atletismo hay algunos casos donde se ha elegido esta vía para «saltarse» las normas generales del procedimiento administrativo. Se da la circunstancia de que algunos de esos «afortunados» nos han salido rana y probablemente a algún responsable político le haya dado un ataque de arrepentimiento cuando piensa en el momento en que decidió firmar la dichosa carta de naturaleza.
Todo por el pasaporte español. Eso es lo que empeñan miles de personas para conseguir el pasaporte que otorga nacionalidad española: todo. Más de un atleta español se ha quedado fuera de campeonatos internacionales porque su puesto lo ha ocupado un atleta nacionalizado por carta de naturaleza.
Este próximo fin de semana se celebra el Campeonato Iberoamericano de Atletismo. La atleta Josephine Onyia había sido seleccionada para competir en 100 metros vallas. Ella luchó encarecidamente por conseguir la nacionalidad española, por tener pasaporte español en sus manos. De tanto que le costó conseguirlo lo guardó tan bien, tan bien, tan bien, que, cuando se dirigió rauda y veloz al aeropuerto para partir hacia Sao Paulo a participar en el Iberoamericano, resulta que se lo olvidó en casa… y no viaja a Brasil. Ainsss…
En fin, eso nos puede pasar a cualquiera, sobre todo si tenemos la mente en cualquier sitio menos donde la tenemos que tener. ¿Qué pensarán los responsables políticos y administrativos que firman cartas de naturaleza pensando en el color de las medallas antes que en color de la honradez y la honestidad?
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